TEMAS, SEMÁNTICAS ESTÉTICAS Y PROCESALIDAD DE LA OBRA
El Montaje
Partes
Cuadros no contenidos cuatro (4) / Hornacinas siete (7) / Cuadros contenidos en Hornacinas siete (7).
Este políptico en su montaje unitario se dispone en forma de cruz, y, reúne y articula once (11) cuadros, cuatro (4) de formato aproximado de 30x30 centímetros y siete (7) de 19,5x13 centímetros, pero, dentro de sendas hornacinas, construídas con botellas plásticas de agua purificada, madera contrachapada y clavos oxidados.
Miradas del montaje
Esta obra compuesta supone su lectura entre dos tipos de miradas, si no totalmente opuestas, por lo menos muy distintas: la de distancia, que revela a las partes del conjunto en su unidad significante; y, aquello que la mirada cercana relativa-estándar no alcanza a recoger plenamente, ni tampoco la muy cercana, sino lo que depara la mirada intrusiva, al interior de cada una de sus siete hornacinas, al escudriñar los cuadros pequeños, uno por uno, tras el velo del plástico. Las dos miradas y sus semánticas relacionales interactúan entre las partes y el todo del discurso estético/ideológico de la obra.
Proceso de trabajo
El trabajo de Arte aquí presente resulta de la interacción entre el concepto de Pintor Iconográfico y el de Pintor Procesal. Como Pintor Procesal aplico en la inventiva y desarrollo del Monotipolietileno la expertiz de mi oficio de Restaurador (de objetos de Arte y Decorativos), integrado a mi oficio del arte iconográfico; entrecruce enriquecedor, finalmente en la suma de ambos como Artista Visual.
Resumen operativo: Monotipolietileno sobre Pintura o Dibujo (de mi autoría), y vuelta a retocar o direccionar como Pintor icónico-procesal (hacia mis temáticas y sus interrelaciones) estas imágenes espontáneas de resultas de lo procesal de la acción impresora.
El Monotipolietileno
Es un tipo de grabado (sistema de monoimpresión de inventiva personal), se vale de una matriz inestable: un trozo de plástico o polietileno transparente (del tamaño del papel, cartón, tela u otra superficie a imprimir), luego trabajo con cuatro grosores estándares (los que usa el comercio para envolsar comestibles como arroz, fideos, etc., y otros), en tanto sea más o menos grueso o delgado el polietileno, unido a la materia imprimante (se esparce sobre el polietileno con una brocha o rodillo), una solución conformada por pintura acrílica al agua, más agua para adelgazarla en diversas medidas, y, aceite, también en diversas medidas, para emulsionar el compuesto, lo cual determina tipos distintos de patrones morfológicos pero siempre con gran variabilidad en su entropía, así, todas relacionadas en sus ya mencionados tendientes imaginarios esenciales.
Temáticas
El nombre de este montaje: deriva del nombre comercial América que trae estampado de origen el garrafón de agua purificada, en sobrerelieve del plástico. Al convertir este envase de agua purificada en la Hornacina 1, queda del revés, por tanto el nombre América también queda del revés (cabeza abajo o patas arriba). Que aquí el nombre “América” quede así, del revés, no deja de ser una lectura menor, pues trasciende a su uso comercial, trasciende en la conversión del mero envase a una otredad, pues ya cortado el envase original en su mitad longitudinal más la aplicación de madera contrachapada con clavos oxidados, clavados en sus cantos perimetrales, se rediseña este envase en una otra cosa llamada Hornacina (objeto religioso de raís de la antigüedad pagana-cristiana), aunque conservando y evocando de manera importante parte de su esencia primaria, generando el entrecruce de ambos conceptos (el del envase original con su deriva en Hornacina) contemporáneas significancias religiosas y/o espirituales y geopolíticas, en los conflictos y paradojas Norte Sur o Centro Perisferias, y lo que a cada región toca, positiva y/o negativamente, en las ganancias y pérdidas del sistema dominante y su modo de produción versus los pueblos, y en definitiva responsable de la catátrofe medio ambiental del orbe.
En tanto que, el tema de la Cruz y lo Sacro se replantea en este trabajo subvirtiendo la estética original de la propia imagen sagrada que cita esta en su propia lógica estética como obra de arte (Pintura/Grabado, o Pintura Expandida, de obras en sí pero asumidas como fragmentos al ser partes de un montaje), este es un intento de interrogar a la propia religión, al cristianismo en sus diversas vertientes (Cruz es Cristianismo en general, Hornacina es Catolicismo en particular, ambas desde su raís más vernácula, o sea pagana), al signarla poéticamente aquí como co-responsable, junto al poder económico-político, de la actual crisis de la dominancia y decadencia de Occidente, pero, para signarla, también poéticamente aquí, en lo más positivo de su influencia social, en su aporte, de siglos, en la construcción de comunidad. Luego valga esta contradicción como el valor poético de un oxímoron, contradición política religiosa que cada espectador pudiese llegar a ver y eventualmente a resolver, o no, si se plantea, o no, la significancia de esta obra como tal la propone su autor, a través de su lectura estética, aquello que como bloque de emociones suscite en cada cual en la racionalidad de su propia comprensión, rebasando e incluso contradiciendo los propios alcances de la lectura que propongo como autor de esta obra.
La cruz signa un modo de acceso paradigmático a esta obra, con toda su contradictoria carga religiosa-cultural. La cruz tanto como imagen de cuerpo total de este montaje, forma unitaria general en la mirada a distancia del espectador, como, asimismo en la visión que proponen, una a una, cada Hornacina, como objeto sacro de la tradición cristiana católica principalmente.
Hornacina
Un alma física para los cuadros pequeños, que se construye principalmente con botellas plásticas de agua purificada, madera contrachapada y clavos.
Como objeto religioso en sí de esta misma tradición cristiana católica, aquí presente tanto en la imagen de su exterioridad como en la de su interioridad, en lo que guardan y velan, porque lo alteran o deforman de uno u otro modo en sus precarias transparencias, ya que este plástico en su ser curvado (de botella) genera reflejos fantasmales, distorcionantes, que complejizan la profundidad de campo visual de las mismas tramas y texturas del cuadro en sí, como el objeto estético que es, pero, en tanto contenido en este interior. Cuando el agua purificada ha sido vaciada de la botella, entonces esta muta en hornacina, operando así el agua purificada en su ausencia como ese ser otro, el de la ausencia pero presente a la vez en el cuadro que la sustituye, o sea el campo de lo espiritual en el Arte; el líquido faltante así trans-mutado sólo en pura memoria humana, que se fija dentro el vacío de este interior; memoria de esa agua ya bebida ahora fugiendo en el ser estético del cuadro, dentro de la otra memoria, memoria religiosa histórica de lo sacro de la Hornacina.
Cuadros/contenidos en hornacinas/no contenidos en hornacinas/temas y semánticas relacionales entre continente y contenido, lo procesal y lo iconográfico.
El cuadro que contiene la Hornacina 1 es una cita de la cara del “Ecce Homo”, más precisamente de aquel famoso cuadro (en Internet) por resultar como obra de arte, en España, tras una restauración fallida. Interactuo en un bucle doble: como Pintor Procesal dispongo un fondo Monotipolietileno, para dibujar sobre este, como Pintor Icónico, la cita (más bien libre) de la obra de una otra Restauradora (la que sin querer convierte la pintura citada, de realismo académico a una figuración expresionista).
En cada Hornacina , de la 2 a la 7, se plantea cada cuadro con el concepto de mutación (por contaminación de las aguas) como un patrón en multiplicación, es decir, no radica en la imagen de un individuo (como sí lo hacen los cuatro cuadros grandes sin hornacinas) sino en su masificación de la imagen, la genérica. Cada hornacina como objeto único, más que por su posición en el montaje, que la signa como parte de un todo, resulta por el cuadro único y original que cada una contiene, que la diferencia morfológicamente de la otra similar.
El concepto de interioridad y ser contenido que procuran las hornacinas esta ligado al consumo humano de agua potable con que viene originalmente el objeto comercial que la genera. Así lo visionado a través del plástico, ya en ser hornacina, con todas sus cualidades o problemáticas de transparecia/opacidad, incide en las imágenes pintadas despositadas en su interioridad, ligadándolas, desde ese ámbito del consumo de agua purificada al síquico/espiritual de lo sacro, lo que condice como tal en esta nueva hornacina.
Las estéticas y conceptos dircursivos de cada imagen de los cuatro (4) cuadros grandes (que escapan a la interioridad de las hornacinas) refieren temáticamente a un mutante particularizado, a un individuo único en cada caso. Son Monotipolietileno sobre Pintura (tres de Mujeres individuadas y uno de Hombre -El Hombre de Vitruvio-) + Pintura Acrílica
En cada uno de los siete (7) cuadros pequeños dentro de las hornacinas, al contrario del individuo único, se halla el tema genérico, la multiplicación mutante. Son Monotipolietileno sobre dibujo al carbón (cuatro de Mujeres genéricas y tres de Hombres genéricos).
Las imágenes de estos siete (7) cuadros en general aluden a procesos de-formativos de las morfologías animales y humanas, como metáforas de la contaminación de los mares y océanos en general, pero, teniendo como paradigma al Océano Pacífico, contaminado, hoy además, por un inmenso caudal de aguas radiactivas, que viene siendo vertido a este por la central nuclear Fukushima de Japón con la anuencia total del sistema económico-político dominante. Referencia al agua que el modo de producción dominante pareciera no valorar como no sólo de consumo sino de insustituible necesidad humana (sea el agua de océanos, mares, lagos o ríos), pues dentro de las cuales propicia dicha saturación contaminante sin tomar acciones relmente efectivas contra esto, dentro del actual contexto de desastre climático mundial.
En estos cuadros la alusión al agua es aquí dada no sólo por sus estéticas, en definiciones figurativas directas e indirectas , sino por las hornacinas, al estar construidas con envases plásticos deshechables de agua purificada, que pueden ser reconocidas como tales aún conformando el nuevo objeto hornacina. Discursividad estética aludiendo al agua y a su contaminación, a esos más que seguros procesos de mutaciones degenerativas y de muerte de organismos, tanto del mundo animal como vegetal en las aguas saladas o dulces de la Tierra.
Espejeo de esta contaminación oceánica que se da en el propio constructo artístico, en la técnica y los materiales de este sistema de mono impresión (que denomino Monotipolietileno), dispuesto sobre mis pinturas y dibujos (relativamente antiguos y nuevos), quedando de estas imágenes primeras, de sus personajes humanos y animales, un rastro muchas veces ya no reconocible, sino morfologías re-compuestas, entes mutantes, pues prevalece la imagen, siempre azarosa, pero de entropía ordenadora de la propia saturación multipicativa del Monotipolietileno, por sobre la imagen anterior más convencional a la cual mancha o permea significativamente. En resultas de imágenes que siempre aluden o recuerdan al mutante del imaginario morfológico precolombino, meso americano-incaico, y, aún al medieval europeo y céltico con sus gárgolas y demonios.