Poema: Faenar la Luna

Tomaré una, no, mejor dos; la espera: lugar al deleite,
piernas cruzadas, fumas
la fragosidad cubriente,
del humo, pero como no te complicas
sueles derrochar humor, sobre el gusto local


de todo enamoramiento; recurre paisajisticamente
a sus ojos: modales,
trazos engreídos de pincel; si no lo pensaste, ya es hora:
¡ahh!, la música, la música
y el resto de los graznidos se los lleva el ocasional


con toda su buena honda, aunque
no le alcanza para todo, en todo
caso, para disfraces: faenar la luna. Para tu lobo, ese farol,
¡dale a ese farol para que no te expongas!,
innecesariamente, digo,


porque tinglados los formales requisitos, penden
luceros de plástico, colgantes de lata los que fueron
en esa década, antes que el cibernético robot dijera
“hasta la vista “beibe””, y


el cañón, mostró mucho
antes… lo simplemente perceptible
como inaudito, y -en esto lo maravilloso- las fáciles
enamoradizas alunizan, pero no saben,
que con Julio Verne; ¡oye, sí!,


cualquier día
de estos. ¡Están más colgadas! Ufff
qué alivio, en… todo caso. Su propina es mi sueldo.