Los días son frondas
con millones
de hojas cada uno, un espeso itinerario de hombre:
rutas y estaciones, y siempre es la vuelta
a esta manzana, para llegar: calle paraíso,
número infinito, mis pasos... mis pasos se pierden; los días son frondas
con millones de hojas cada uno
de nosotros, sabiendo del otoño, esperando
lo más posible retardar
la seca caída, el enfrentarlo; sabiendo
que habremos de sumirnos en él, ... que seremos parte de él,
amontonándonos resecos a los pies de los árboles;
como el agua es a la forma del vaso
los pulmones toman y contienen en la suya al invierno
con el suspiro congelado
tras nueve meses, así fue seguramente: te inclinaste
a recoger el objeto del estreno de tu primavera
con forma de campana, o ¿era que te prosternabas? ¿Y lo que era risa
o llanto cuando ya aprendías a caminar
es el espacio vacío que se revela,
y sólo toma la figura de cualquiera
sea el ser circunstancial-mente
que nos contiene? Nutre el aire por sus vacíos
al ser del follaje, y el follaje es
aire verde, vacío verde... golpea su augurio
evolutivo de biologías contenidas, es el mismo
crecimiento verde... las vidas por venir.
Luego... el vacío nuevamente. Los días son frondas.